Hace unas semanas se enfrentaron en un partido de Fed Cup de Tennis (la versión de la Copa Davis en femenino) Francia e Italia en territorio galo, por los cuartos de final del grupo mundial de esta competición.
Con el marcador ya a favor de Italia (1:0), en el segundo singular se enfrentaban Amelie Mauresmo vs Flavia Pennetta, cuando en la disputa de un punto muy disputado ocurre lo siguiente: el juez de silla ve la pelota de la italiana afuera y asigna el punto a Mauresmo. Flavia se molesta con la decisión y le levanta el dedo medio de su mano, en un gesto que todos entendimos su significado. Más adelante argumentará, en la rueda de prensa, que estaba tensa por el transcurrir del juego, el cual estaba tratando de levantar por estar abajo en el marcador. En efecto, luego de ese episodio logró salvar varios match points, para finalmente adjudicarse el encuentro y poner a su país 2:0. Finalmente, Italia superará 5:0 a las galas y pasará a semifinales. Pero aquí ocurre lo impredecible: La Federación Francesa de Tenis pide a los jueces la automática descalificación de Pennetta en ese juego, con asignación del punto a Francia, y hasta la derrota de Italia en la serie global. Una semana después la Federación Mundial de Tennis emite su veredicto ante la apelación: Resultado confirmado e inalterado (5:0 para Italia) y multa para la tenista mediterránea. Era lo esperado. Luego de narrar los hechos les daré mi análisis al respecto.
La primera premisa es que la tenista italiana actuó muy mal y violó la ética del buen deportista, sobretodo en esta disciplina (por algo es llamado el deporte “blanco”), y no podemos eximirla ante la gravedad de la falta cometida. Y la explicación de estar “inmiscuida” en la disputa del juego, es una atenuante no justificable. Por mucha razón que pueda o no tener, la decisión de un árbitro (y más en el tennis) es inmutable.
Pero más grave aún es el poco carisma y falta de objetividad de los franceses, que viola la ética de asumir la superioridad del adversario (deportividad). Y en esto los franceses son expertos: dicen que su patriotismo es superior al promedio, pero sinceramente lo ponen en práctica muy mal. Es como no querer admitir que el inglés es el idioma universal, y cuando vas a Francia te cuesta conseguir alguien que lo hable.
Me hago una simple pregunta: porqué los messieurs introdujeron la apelación luego de concluido el juego de dobles, cuando ya era un hecho su eliminación por estar abajo 3:0, y no lo hicieron antes, apenas terminó el citado juego entre Pennetta y Mauresmo? Será porque no admitieron el resultado que arrojó la cancha, y recurrieron a salvavidas como esa apelación? Quizás en el fondo pensaron que podían darle vuelta al marcador, y al verse humillados recurrieron a la supuesta “justicia” en la mesa arbitral. En verdad quedaron en ridículo ante el mundo. La memoria corre expedita hacia la final de Alemania 2006: mismos rivales, diferente deporte, mismo resultado: triunfo de Italia, derrota de Francia. La caída de su héroe nacional, Zinedine Zidane. El cabezazo a Materazzi. La justificación de los franceses ante la evidencia: “la reacción fue provocada”. Fue insultado verbalmente. “Reacción justificada y aprobada”. Zidane merece el indulto. El malo es el otro. Se han escrito hasta varios libros para tratar de borrar la mancha del más grande de sus héroes. Pero la procesión va por dentro, nadie puede tapar el sol con un dedo, y el inconsciente traiciona hasta al más ciego de los nacionalistas. Me pregunto, es que acaso el gesto de Zidane no fue más grave que el de Pennetta? En uno ocurrió una agresión física, en el otro un gesto manual. Si uno fue perdonado sin juicio, la otra no merece, como mínimo, lo mismo? Quizás la explicación es muy sencilla, no les gusta perder ante sus “primos” transalpinos, así como han perdido en los últimos años el liderato en moda y en vinos.
Pero, una cosa es cierta, ya Francia no es la patria del bon ton y del glamour…
Hasta una próxima entrega, saludos!!
viernes, 20 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Entradas (Atom)